Si algo nos disgusta, debemos decirlo, no es pecado enojarse o estar en desacuerdo con alguien. Pero lo que si es pecado y nos puede llevar a cometer imprudencias, es cuando dejamos que la ira y el resentimiento se acumulen nuestro corazón hasta que explota arrasando con todo a su paso. ¡Cuidado con el diablo! Porque ese man anda por ahí susurrando ideas para enemistar a todos contra todos y destruyendo todo lo que encuentre a su paso.
«Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, ni den cabida al diablo.Efesios 4:26-27
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