Si alguien peca inadvertidamente e incurre en algo que los mandamientos del Señor prohíben, es culpable y sufrirá las consecuencias de su pecado.
Levítico 5:17
Antiguamente, Dios había dictado una legislación bastante estricta para su pueblo, según la cual se dictaba tolerancia cero contra el pecado, entendiéndose por pecado toda aquella conducta que iba en contra de lo que Dios mismo había definido como lo correcto. Por tanto, todo aquel que hurtara, se emborrachara, se acostara con alguna mujer que no fuese su esposa, con alguien de su mismo sexo o con algún animal debía ser juzgado y de ser hallado culpable se le debía sancionar según lo contemplado en la ley. ¡Ni los que pecaban por error se salvaban!
No obstante, hoy en día Dios no nos juzga de esta manera, gracias al sacrificio de nuestro señor Jesucristo, el cual hace efecto en nosotros por medio de la fe. Sin embargo, ésto solo es posible si nos apartamos de la vida pecaminosa y procuramos andar en rectitud delante de quien nos amó y se entregó por nosotros. (Jn 3:16)