No alabamos a Dios cuando entonamos las canciones que ponen en los cultos de la iglesia sino cuando reconocemos lo bueno que Dios ha sido con nosotros, nos sentimos agradecidos y le contamos a los demás lo maravilloso que es Dios y todo lo que ha hecho y sigue haciendo por nosotros, para que ellos también puedan confiar en él y disfrutar de sus bendiciones.
Te alabaré, Señor, entre los pueblos; te cantaré salmos entre las naciones.
Salmos 108:3--
Por: Álvaro Martínez V.
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