Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Puede que al leer este pasaje pienses en que podemos hacer ambas cosas a la vez, pero eso no aplica cuando Dios es tu Señor, porque él quiere que para ti sea más importante quedar bien con él que con la gente. Él quiere ser tu prioridad y que no temas perder cualquier cosa con tal de agradarle a él. Si lo hacemos bien, él nos recompensará de la mejor manera en esta vida, y por la eternidad.
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Por: Álvaro Martínez V.
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