Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
Puede que al predicar no todos nos reciban con alegría, habrá quienes estarán en desacuerdo y nos aborrecerán como le pasó a Jesús. Pero si no nos rendimos hay una promesa de bendición para nosotros.
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Por: Álvaro Martínez V.
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