A veces, por no decir casi siempre, nuestra fe cristiana nos desafía a "nadar contra la corriente", como cuando el Señor nos dice que debemos amar a nuestros enemigos, perdonar a los que nos ofenden, bendecir a los que nos maldicen y hablar con la verdad aunque por ello salgamos perjudicados.
Pero lo realmente duro es que nuestro éxito como cristianos no se mide por la aprobación que en el mundo consigamos sino porque perseveremos en hacer la voluntad de Dios aunque por este motivo lleguemos a ser despreciados y perseguidos. Así como Cristo, quien prefirió morir antes que desobedecer a su Padre, sabiendo que su recompensa vendría de arriba.
Escrito por: Álvaro A. Martínez
Para: minutocristiano.blogspot.com
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