Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.Deuteronomio 6:6-7
Las palabras que Dios mandó, en el antiguo testamento a los israelitas y en el nuevo a nosotros los cristianos, fueron cuidadosamente pensadas por él para nuestro bien. Así es, cuando las obedecemos, los únicos beneficiados somos nosotros. Pues sin nosotros, Dios sigue siendo Dios. Pero nuestro problema es que somos olvidadizos, tenemos tantas cosas en mente que fácilmente olvidamos su Palabra. Es por eso que debemos repasarla continuamente y enseñarla a nuestros hijos, para que decidamos sabiamente en la vida y nos evitemos cualquier cantidad de dolores de cabeza.