Es normal que nos enojemos cuando las cosas no salen como queremos o cuando somos victimas de alguna injusticia. El problema no es ese, sino cuando dejamos que ese enojo se convierta en ira que nos lleve a cometer imprudencias de las que después nos vamos a arrepentir. Por eso la Biblia nos aconseja deshacernos de ese enojo, pues el diablo está presto para "darnos ideas" que al final solo traerán sobre nosotros amargas consecuencias.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.
Efesios 4:26-27