Si ya conoces las Escrituras, sabes lo que está bien y lo que está mal ante los ojos de Dios, crees en Jesucristo y te esfuerzas por vivir poniendo en práctica sus enseñanzas...
Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre. Hechos 22:16
El bautismo es necesario porque es una expresión de tu determinación de vivir el resto de tus días para agradar a Dios. Nuestros pecados no se lavan solos ni los lavamos nosotros, sino cuando invocamos a Cristo para confesarle nuestros pecados y apartarnos de ellos. Solo así alcanzaremos misericordia y seremos contados como hijos de Dios.