¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Dichoso el que teme al Señor,
el que halla gran deleite en sus mandamientos.
Salmo 112:1
Cuando pienso en Dios, me gusta reflexionar sobre la insondable vastedad y complejidad del universo, puesto que al comparar el tamaño de la tierra con este, me doy cuenta de que si Dios fuera como nosotros, fácilmente nos hubiese podido olvidar. Sin embargo, su poder es tan grande que lo creó y lo sostiene con su sola palabra, pero su amor por nosotros es tal, que está atento a cada detalle de nuestras vidas.
Por tanto, el reconocer su amor y poder nos debería llevar a alabarlo con todo nuestro ser, puesto que nada de lo que hagamos podrá afectarlo y jamás lo alcanzaríamos por mucho que nos esforzáramos. Pero él se acercó a nosotros y nos dio mandamientos para que al obedecerlos nos vaya bien en la vida.
Dios te bendiga.
Autor: Álvaro A. Martínez
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