Entre la gente de hoy existe un dicho que reza: «mi cuerpo, mi decisión» que suele ser utilizado por aquellos que se tatúan, abusan de distintos tipos de drogas y aquellas mujeres que deciden abortar. No obstante, el que hizo nuestros cuerpos se reserva el derecho de poseer nuestros cuerpos, es decir, que estos no son nuestros sino de él y tendremos que rendirle cuentas por lo que hagamos con él.
Aparte de esto, cuando decidimos recibir a Cristo como nuestro Señor y Salvador, automáticamente perdemos el derecho de hacer con nuestras vidas lo que queramos. Dios demanda y espera que nosotros le honremos a él con nuestros cuerpos. Es decir, que debemos cuidarlos y vestirlos decorosamente para que se hable bien de aquel a quien representamos.
ORACIÓN: Amado Padre, gracias por este hermoso cuerpo que me has dado, enséñame a cuidarlo y vestirlo apropiadamente de modo que las demás personas hablen bien de ti al vernos. Amén.
Escrito para minutocristiano.blogspot.com