12 de febrero de 2021

Si decimos que creemos, debemos demostrarlo

«Así dice el Señor Todopoderoso:
“Juzguen con verdadera justicia;
muestren amor y compasión
los unos por los otros.
No opriman a las viudas ni a los huérfanos,
ni a los extranjeros ni a los pobres.
No maquinen el mal en su corazón
los unos contra los otros”.»
Zacarías 7:9-10


Ciertamente la salvación no es por obras sino por fe, pero la fe sin obras es muerta. Es entonces cuando me pregunto ¿En qué momento los religiosos olvidaron el segundo mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos? No lo digo por todo, sino por aquellos sacerdotes que dicen dedicar sus vidas al servicio sagrado, pero son personas crueles que cometen toda clase de pecados sexuales, por ejemplo, y llevan sus corazones llenos de toda clase inmundicias.


¿De qué le sirve a alguien pasarse la vida leyendo la Biblia y metido en la iglesia si no es capaz de demostrar con su ejemplo lo que es ser "buena persona"? Obviamente quienes obran de tal manera se engañan a si mismos, puesto que Dios no cambia y así como espera que creamos en él y lo amemos, también espera que mostremos amor y misericordia verdaderas a las personas que nos rodean.

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