22 de diciembre de 2020

El problema de la fama

Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros.

Juan 13:14


Hace un momento venía conversando con un amigo sobre la diferencia entre dos tipos de ministros, puesto que aunque ambos se supone que representaban al mismo Dios, eran muy distintos entre si, al punto de convertirse en enemigos irreconciliables. Hablo de los fariseos y de Jesús. Aunque ambos fueron en centro de todas las miradas en su tiempo, había algo que marcaba la diferencia rotundamente ¿saben qué es?

 

Su motivación. El problema no era que la gente nos viera orando, tampoco que enseñaran a la vista de todos, puesto que claramente Jesús era conocido por todo Israel debido a que las multitudes lo seguían y él hacía estas cosas en público. El problema es la motivación de cada uno. El por qué hacían las cosas, ya que a diferencia de los fariseos de la época, Jesús no buscaba la fama ni el reconocimiento para si mismo sino para Dios y con su ejemplo inspirarnos a buscar al creador de todas las cosas y agradarle en todo.

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