10 de noviembre de 2020

El amor y la ira de Dios


Porque sólo un instante dura su enojo,
pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
por la mañana habrá gritos de alegría.
Salmos 30:5 

Sabemos que Dios es como un padre amoroso que no se cansa de amar, cuidar a su hijo y darle lo mejor a su hijo aunque este no lo agradezca y muchas veces ni lo recuerde. Sabemos que aun cuando hemos decidido vivir a nuestra manera y le hemos fallado un sinfín de veces, él está ahí paciente esperando por nosotros con los brazos abiertos.

Es cierto que Dios se enoja con la maldad del hombre, la cual parece no tener límites; pero su enojo no dura para siempre, basta con que el hombre reconozca que ha fallado y demuestre con hechos que quiere cambiar, para que Dios le abra sus brazos amorosamente para bendecirlo. Entonces ¿qué nos impide acercarnos a Dios? ¿Acaso Cristo no pagó con su vida por nuestros pecados para que seamos perdonados? Solo es cuestión de creer en el amor de Dios y buscarle de corazón para que gocemos de su favor.
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