No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
Filipenses 2:3
El egoísmo es buscar nuestro propio beneficio antes que el de los demás y la vanidad es querer demostrar que somos superiores en algún sentido a los demás. Sin embargo, en la Biblia Cristo dijo que debemos amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos; por tanto, es obvio que el egoísmo y la vanidad no son algo que Dios quiera en nosotros.
Teniendo en cuenta lo anterior y que el verdadero amor no busca lo suyo sino el bienestar de aquel a quien amamos, podemos afirmar que Dios desea que cada uno de nosotros nos despojemos de esas emociones negativas, ya que buscamos agradar a aquel que nos llamó y que nos enseñó con su ejemplo que no se trata de nuestros intereses personales sino de los de Dios.
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