Te confesé mi pecado,
y no te oculté mi maldad.
Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor»,
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah
Salmos 32:5
Desde que el primer hombre pecó, todos nosotros sus descendientes heredamos esa tendencia a hacer lo malo ante los ojos de Dios. Sin embargo, no son muchos los que reconocen de todo corazón cuando hacen cosas malas y aún son menos los que tienen en cuenta a su hacedor. No obstante, nuestro Hacedor espera que seamos capaces de reconocer cuando le fallamos y nos volvamos a él.
Esto es precisamente lo que hace el salmista. Aunque Dios todo lo ve y todo lo sabe, él decide buscar el rostro de Dios y reconocer que le ha fallado, pero antes tuvo una preparación mental y de corazón, la cual se logra mediante la introspección, es decir, analizarse a uno mismo. Ahí es cuando notamos la bondad de Dios, el cual no nos reprocha nuestras maldades sino que nos perdona cuando de corazón le buscamos.
La importancia de sincerarse con uno mismo y con Dios
Temas relacionados
Cristianos
Juventud
Opciones
Comentar | Compartir
|
Imprimir | Guardar | Escrito aleatorio |
Te puede interesar
Juventud
Tags:
Cristianos,
Juventud
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Escribe el mensaje que deseas enviarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.