Hoy quiero invitarte a que te pongas la mano en el pecho y con toda sinceridad analices tu conducta. Dejando de lado las excusas, quiero que en una conversación sincera con Dios, abras tu corazón y reconozcas si te has estado comportando o no como un buen hijo de Dios, y si encontramos que hemos fallado en algo, le pidamos perdón y nos corrijamos. Esto no es nuevo para Dios, pues para él no hay secretos, pero sí para nosotros porque a veces se nos facilita más mirar los pecados ajenos que los propios.
Examinemos y pongamos a prueba nuestras conductas y volvamos al Señor.Lamentaciones 3:40
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Por: Álvaro Martínez V.
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