Los seres humanos por naturaleza amamos los espectáculos, queremos ver cosas impresionantes que nos dejen pasmados de asombro. ¿Quién no ha soñado con ver la gloria de Dios como la vio Moisés, por ejemplo, o subirse a un carro de fuego como el profeta Elias?
Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.
Marcos 10:52
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Por: Álvaro Martínez V.
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