Me apasiona el Cosmos porque me recuerda que somos minúsculos y aparentemente insignificantes. Me recuerda que Dios no nos necesita. Como el salmista, a veces me pregunto: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» Salmo 8:4.
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Por: Álvaro Martínez V.
Más escritos: minutocristiano.blogspot.com
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