Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2 Corintios 12:9
Cuando le damos a Dios el primer lugar en nuestras vidas, nos encomendamos a su tierno cuidado. Sabemos que a pesar de nuestras falencias no estamos solos y que él puede y hace lo que no podemos.
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Por: Álvaro Martínez V.
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