Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
¿Con qué podría comparar los sufrimientos de los apóstoles que dieron su vida en nombre de la fe? Yo diría que con todos los esfuerzos y sacrificios que hace un buen padre con escasos recursos para sacar adelante a su familia, especialmente a sus hijos con la esperanza de que estos se conviertan en personas de bien que aporten a la sociedad y sean felices.
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Escrito por: Álvaro Martínez V.
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