Tal como salió del vientre de su madre, así se irá: desnudo como vino al mundo, y sin llevarse el fruto de tanto trabajo.
Eclesiastés 5:15 NVI
Cuando yo era niño, venía a mis abuelas y a mis padres y me maravillaba al pensar en todo lo que en tantos años habían vivido, sus historias, sus experiencias... Todo eso me parecía una eternidad. Hoy que soy adulto me doy cuenta de que los años se van volando y que el tiempo no perdona, que algunos se van jóvenes y otros llegan a buena vejez. Lo que todos, ricos y pobres tenemos en común es que no importa cuánto luchemos y trabajemos, moriremos y todo lo nuestro se quedará aquí para las nuevas generaciones.
Esta verdad nos invita a reflexionar sobre la importancia de descansar y disfrutar de las cosas buenas de la vida, pero sobre todo del privilegio que Dios nos ofrece de conocerle y de formar parte de su familia a través de aceptar a Cristo como nuestro Señor y Salvador. Porque los que creemos en él, aunque muramos volveremos a vivir y esta vez será mucho mejor (Juan 11:25).
Escrito por: Álvaro A. Martínez
Para: minutocristiano.blogspot.com
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