No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca.
No es lo mismo querer algo bueno, como lo que tiene tu prójimo que "ese algo" de tu prójimo. Puesto que es natural querer tener cosas buenas, de hecho, Dios mismo se complace en bendecirnos, el problema es cuando deseamos tener eso que tiene nuestro prójimo, puesto que ese mal deseo nos puede llevar a aprovechar cualquier mínima oportunidad para tomar algo que no nos pertenece.
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Escrito por: Álvaro A. Martínez
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