Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.
La oración no es otra cosa que la acción de dirigirte a Dios para expresarle lo que sea que quieras decirle. Así como cuando tienes algo que decirle a alguien, buscas a esa persona y si es algo delicado procuras decírselo en persona para que no se entere nadie más, cuando ores, recuerda que es un asunto entre él y tú. A nadie más tiene que importarle.
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Escrito por: Álvaro A. Martínez
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