Es un hecho que nadie se quiere morir, pero también lo es el hecho de que tarde o temprano todos moriremos. Pero los que creemos en Jesucristo y vivimos agradando a Dios tenemos la esperanza de ser resucitados en el día postrero para vivir eternamente. Teniendo en cuenta esto, los siervos de Dios desde la antigüedad han dado todo, incluso sus vidas con tal de cumplir con su Sagrada Misión, porque saben que al final serán resucitados y recompensados con la vida eterna.
Mateo 10:39