En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.
En la iglesia todos somos cristianos, pues podemos ser amables los unos con los otros, orar juntos y siempre tener una sonrisa. Pero el verdadero cristiano no se ve dentro sino fuera de la iglesia, con inconversos, en tu habitación cuando nadie más que Dios te está viendo. Lo que demuestra si realmente estamos en él y él en nosotros, es su Espíritu, quien nos recuerda lo aprendido en el momento crítico y nos recuerda cuando fallamos indicándonos el camino a seguir. ¡Cuan bueno es Dios que nos ayuda aún a obedecerle!