Cuando realmente amas a alguien, no estás pensando en cómo sacar provecho de esa persona, sino que por el contrario buscas complacerla en lo que más puedas. Tampoco haces nada que pueda perjudicarla, sino que por el contrario, buscas su bienestar.
Por eso cuando a Jesús alguien le pregunto qué debía hacer para ser salvó: el le dijo que amara, a Dios con todo su ser y su prójimo como a sí mismo. Cuando haces esto, ese amor te impulsará a hacer todo lo humanamente posible por complacer a Dios y cuidar de los demás como lo haces contigo mismo.
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Mateo 22:37