Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.
Deuteronomio 8:3-4
Por lo general nos resulta fácil dar por sentada la protección de Dios. Casi nunca notamos ni agradecemos a Dios cuando nuestro carro no se descompone, nuestras ropas no se desgarran, ni se rompen nuestras herramientas.
Al parecer el pueblo de Israel tampoco, pues ni siquiera notó que durante cuarenta años de peregrinación por el desierto, sus ropas no se gastaron y sus pies no se hincharon. Se olvidaron de dar gracias a Dios por estas bendiciones. ¿Qué cosa le ha estado funcionando bien? ¿Qué cosa le ha brindado buen servicio? ¿Qué cosa ha durado mucho tiempo sin descomponerse ni desmoronarse? Recuerde agradecer a Dios estas bendiciones silenciosas.
Por: Juan Carlos Méndez
Por lo general nos resulta fácil dar por sentada la protección de Dios. Casi nunca notamos ni agradecemos a Dios cuando nuestro carro no se descompone, nuestras ropas no se desgarran, ni se rompen nuestras herramientas.
Al parecer el pueblo de Israel tampoco, pues ni siquiera notó que durante cuarenta años de peregrinación por el desierto, sus ropas no se gastaron y sus pies no se hincharon. Se olvidaron de dar gracias a Dios por estas bendiciones. ¿Qué cosa le ha estado funcionando bien? ¿Qué cosa le ha brindado buen servicio? ¿Qué cosa ha durado mucho tiempo sin descomponerse ni desmoronarse? Recuerde agradecer a Dios estas bendiciones silenciosas.
Por: Juan Carlos Méndez
Escrito para: minutocristiano.blogspot.com
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