Hace tiempo estaba platicando con alguien que se lamentaba de su situación, puesto que debido a que había hecho muchas cosas malas, estaba amenazado, por lo que debía cuidarse todo el tiempo. Recuerdo que él exclamó: ¡Quién como tú, que puedes andar tranquilamente por donde sea!
Ciertamente puedo vivir tranquilo, ya que desde joven me enseñaron la importancia de ser una persona de bien aunque no posea riquezas. Ya siendo mayor aprendí el consejo bíblico:
Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación.
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