La ley de la vida te dice que el que la hace la paga. De eso se trata la justicia divina, que cada quien reciba su merecido... Pero seamos sinceros: nosotros pecamos todo el tiempo, seamos o no conscientes de ello, y dice la Biblia que la paga del pecado es muerte. O sea que merecemos morir, no Cristo.
Sin embargo, Cristo tomó nuestro lugar y sufrió lo que cada uno de nosotros debíamos sufrir para que pudiésemos ser perdonados por Dios cuando de corazón nos arrepentimos. Solo tenemos que creer en la obra de Cristo y en el amor y la misericordia de Dios y vivir como él quiere que vivamos.
Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
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