A las personas las podemos impresionar diciéndole o haciendo cosas bonitas por ellas ya que no sabrán nuestras intenciones A menos que se las hagamos saber. No así Dios, quién conoce nuestros corazones aún mejor que nosotros mismos y sabe exactamente lo que vamos a decir aún antes de que lo pensemos.
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
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