Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Hechos 2:1-2
A veces el milagro que estás esperando no sucede porque te quedas con los brazos cruzados. Quieres que Dios haga todo, que Dios se encargue de mover "sus fichas" pero no siempre es así.
En la Biblia encontramos varios casos, como cuando los israelitas cruzaron el mar rojo, o el río Jordán. Se requirió que fueran obedientes a las indicaciones de Dios, que dieran los pasos necesarios, aunque esto fuera contra toda lógica humana. A esto se le llama confianza. De que aunque no entendamos Dios sabe lo que hace y aunque no veamos el resultado de inmediato Dios tiene el control. Por tanto ¡muévete! Déjate guiar por Dios pero sé diligente en hacer tu parte. Solo entonces verás su gloria y bendición en tu vida.
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