En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia. Efesios 1:7
Antes de Cristo, todo aquel que deseaba conocer al Señor y acercarse a él, debía llenar ciertos requisitos, entre los cuales haber nacido como descendiente de Jacob (Israel) y haberse circuncidado, ya después debía cumplir con cada uno de los mandamientos contenidos en la ley. No obstante, a pesar de ello, siempre iba a ser limitado su acceso al trono de Dios y sus pecados nunca eran del todo perdonados.
Como Cristo pagó el precio por todos los pecados pasados, presentes y futuros de cada ser humano, por medio de la fe podemos no solo acercarnos al trono de Dios sino ser conocidos como sus hijos y disfrutar una relación personal con él independientemente de la nación en la cual hallamos nacido.