doblemos la rodilla
ante el Señor nuestro Hacedor.
Salmo 95:6
Era un sábado cualquiera, cuando Miguel, un joven cristiano de unos 15 años invitó a su amigo Aurelio a un servicio de jovenes en su iglesia. Una vez terminada la reunión, Miguel le pregunta a Aurelio cómo le pareció el servicio, a lo que este le contestó que en la iglesia no paran de mencionar el sacrificio de Cristo y que según ellos, él le debe la vida por algo que no pidió.
En efecto, nosotros no elegimos nacer, sino que cuando nos dimos cuenta ya estábamos aquí. Sin embargo, nuestros padres se esmeran por darnos lo mejor para que seamos personas de bien porque nos aman. Del mismo modo, Dios nos dio la vida, envió su hijo para salvarnos y nos da todo lo necesario para que tengamos vidas plenas y felices, reconocer esta verdad es lo que nos llena de gratitud y nos impulsa a vivir para agradarle a él.