Jeremías 33:3
Cuando Dios llamó al profeta Jeremías a que fuera a testificar de lo que Dios decía en su Palabra, fue enviado siendo tan solo un muchacho, tanto física como mentalmente, a un pueblo rebelde con el corazón endurecido por causa de las muchas aflicciones que habían venido por causa de su rebeldía.
Tanto se habían endurecido que se volvían con ferocidad contra aquellos que les hicieran ver su pecado y los mataban. Sin embargo, cuando Dios lo envió no pensaba dejarlo a su suerte. Del mismo modo, hoy nos encontramos ante un mundo rebelde y feroz que devora a todos aquellos que no están de acuerdo con su forma de pensar, pero Dios nos ha dado las herramientas necesarias para ser luz donde sea que vayamos y nos ha provisto de su Espíritu para que clamemos a él siempre que sea necesario para darnos su guía.