De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.
Colosenses 3:13
Aunque muchos creen que son lo suficientemente buenas personas para no fallarle a otros cuando los necesitan, infortunadamente no tienen razón, ya que todos, consciente o inconscientemente le fallamos, no solo a otras personas sino a Dios mismo. Prueba de ello es, por ejemplo, si evaluamos nuestra consciencia basándonos únicamente en los diez mandamientos. ¿quién no ha mentido o tomado algo que no es suyo alguna vez, aunque parezca algo insignificante?
Si tenemos en cuenta que para Dios el pecado es pecado, sea grande o pequeño, al pecar le fallamos a él y a otras personas. No obstante, tenemos un Dios amoroso que nos perdona las veces que sea necesario siempre que de corazón nos acerquemos a él, y ese mismo Dios perdonador quiere que sigamos su ejemplo siendo pacientes y perdonando las veces que sea necesario a quienes nos fallen.