Romanos 6:1-2
Cuando hablamos de gracia, hablamos de favores o bendiciones inmerecidas, es decir, que no las merecemos. Si bien es cierto que Dios es justo y le da a cada quien lo que merece, también es amoroso aunque seamos malos porque a pesar de todo nos ama y no quiere un mal para nosotros, es por eso que hay delincuentes que dicen, por ejemplo, que tienen un ángel que los protege.
Ahora bien, el hecho de que personas malas reciban cosas buenas no significa que Dios sea injusto ni mucho menos alcahuete, es decir, complice, sino que Dios antes de castigarlos, les brinda las oportunidades que sean necesarias para que recapaciten y enderecen sus caminos. En cuanto a nosotros que hemos vuelto a Dios, debemos dejar atrás para siempre nuestro antiguo estilo de vida.