Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
1 Juan 4:15
Cuenta la Biblia que cuando Jesucristo caminó entre nosotros, lo hizo en perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios. Es decir, que era tan preciso al hacer lo que Dios haría en su lugar, tanto así que en cierta ocasión llegó a afirmar sin temor a equivocarse de que verlo a él o estar con él era como estar con el Padre porque lo que él decía y hacía no era por su cuenta sino por mandato de Dios.
Teniendo en cuenta que Jesucristo fue y sigue siendo el representante aprobado por Dios, quien reconoce a Cristo, cree en su palabra y guarda sus mandamientos, automáticamente es aprobado por Dios y no solo recibe al Hijo sino también al Padre. Así que nosotros, los que hemos creído y obedecemos los mandatos de Cristo somos aprobados por Dios y estamos en unidad con él.