Nosotros somos judíos de nacimiento y no “pecadores paganos”. Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.
Gálatas 2:15-16
Antes de Cristo, el ser judío de nacimiento automáticamente te convertía en alguien especial a los ojos de Dios y automáticamente adquirías derechos y deberes como tal. Sin embargo, desde la muerte y posterior resurrección de Cristo hasta el día de hoy, ha empezado a regir un nuevo pacto en el que ya no somos justificados por nacionalidad ni por las obras de la ley sino por la fe y obediencia a Cristo.
Gracias al nuevo pacto, ya no somos justificados por nuestra nacionalidad o por seguir un cúmulo de mandamientos, sino que por creer en que Jesucristo es el hijo de Dios demostrándolo mediante obedecer sus mandatos y reconocer el valor de lo que Cristo hizo al dar su vida para pagar por todos los pecados cometidos por la humanidad hasta el fin de los tiempos, podemos ser salvos de la ira de Dios.