Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:19-20
Creo que todos conocemos o nos hemos topado alguna vez con el hermanito o hermanita que se la pasa en la iglesia, haciendo cuanto curso de discipulado y leyendo la Biblia, pero que a la hora de vivir su fe o compartirla con otros se queda corto.
Cuando era niño tenía un amigo mas o menos de mi edad que se la pasaba en la iglesia y todo para él giraba en torno a ésta. Con el paso de los años que conocí al Señor, pude ver que él a pesar de haber sido cristiano toda su vida, no se atrevía a hablarle de Dios a nadie. Predicar no es una opción, sino la razón de ser de toda la capacitación que recibimos al estudiar la Biblia, así como cuando los discípulos de Jesús, luego de haber aprendido durante 3 años y medio fueron enviados a compartir su fe con el mundo entero.