Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Hechos 2:3-4
Ayer escribíamos sobre qué tan unidos Dios desea que estemos los unos con los otros dentro de la iglesia, hoy veremos un poco del resultado de dicha unidad. Cuenta la Biblia que antes de partir de éste mundo, Jesucristo prometió que enviaría a otro consolador, es decir, otro ayudante que les recordaría todas las cosas y los guiaría a toda verdad, así es, estaba hablando del Espíritu Santo.
En el contexto del versículo de hoy, el escritor nos menciona que estaban todos unánimes, es decir, con un mismo animo, sentían una misma cosa cuando llegó el Espíritu como lenguas de fuego y se manifestó el poder de Dios de manera sobrenatural, dandoles poderes especiales para respaldar la obra de predicar. Este pasaje nos dice que si queremos ver lo sobrenatural de Dios es necesario que como iglesia permanezcamos unidos para cumplir con la misión que nos ha sido asignada.