15 de febrero de 2020

El contraste de la bondad de Dios con la maldad humana

Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor,
que siempre me has mostrado;
olvida los pecados y transgresiones
que cometí en mi juventud.
Acuérdate de mí según tu gran amor,
porque tú, Señor, eres bueno.
Salmos 25:6-7

Dios es bueno, lo podemos comprobar a través de las maravillas de su creación; lo vemos por todas las bendiciones que a diario recibimos independientemente de si las merecemos o no. Sin embargo, seamos o no conscientes de ello, tarde o temprano Dios se encargará de darnos lo que merecemos de acuerdo a nuestras obras.

Consciente de ello, el salmista se humilla delante de Jehová Dios para reconocer que a pesar de todo lo bueno que ha sido con él, su corazón tiende a lo malo y le ruega que le tenga misericordia y perdone sus pecados. Hoy sus palabras nos recuerdan que aunque Dios ha sido bueno con nosotros, nuestro corazón tiende a lo malo y contínuamente necesitamos del amor, la misericordia y el perdón de Dios que siempre nos da una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. 
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